Un trabajo de concientización que invita a fomentar la conservación de las aves del país
Honduras, hogar de una rica variedad de especies de aves silvestres, invita a los amantes del aviturismo a promover la conservación, la investigación y a deleitarse con la belleza natural de sus diversos ecosistemas.
Con la colaboración de comités científicos, educadores, conservacionistas y apasionados de las aves, la Asociación Hondureña de Ornitología (ASHO) ha desarrollado varios programas para explorar y valorar la biodiversidad que Honduras tiene para ofrecer.
Entre los colaboradores se encuentran los observadores, quienes están organizados en clubes. Ellos documentan las aves y, de esta manera, sus datos pueden ser utilizados en investigaciones científicas, además de fomentar la concienciación sobre la protección de diferentes especies e incentivar a más personas a practicar el aviturismo.
Clubes de aviturismo en Honduras
Con el objetivo de observar las más de setecientas especies de aves del país, y alrededor de doscientas especies migratorias, los clubes de observación se encuentran organizados en diferentes zonas estratégicas de Honduras para ofrecer fotografías que puedan contribuir con la investigación, la apreciación y la conservación de las aves.
Ubicado en La Ceiba, este club fue fundado en 2012 y cuenta con más de 18 integrantes. Su objetivo es conservar y fomentar la observación de aves en la región, participando activamente en investigaciones y censos. Destacan especies como la Cotinga azul bella (Lovely Cotinga), que tiene una distribución significativa en Honduras.
Los lugares de observación incluyen el Parque Nacional Pico Bonito, el Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado, y el Monumento Natural Marino Cayos Cochinos. La Ceiba es reconocida por su biodiversidad, lo que la convierte en un lugar privilegiado para la observación de aves.
Este club fue fundado en 2013, y tiene su sede en Tegucigalpa. Con 29 integrantes, su misión es identificar todas las especies de aves de la pendiente del Pacífico. Se hace referencia en su nombre y logo al Buteo Swainsoni (Swainson’s Hawk), mejor conocido como alzacuán, especie que destaca por su migración estacional.
Las actividades se realizan en lugares como el Cerro Juana Lainez, la Reserva Biológica Uyuca, la Hacienda Santa Clara, la Finca Las Palmas, la Reserva Aldea de Suyapa y la Montaña Triquilapa-COEAS y la Reserva El Jicarito. De esta forma, abarca matorrales, humedales y bosques. El club contribuye a la ciencia ciudadana a través de la plataforma eBird, monitoreando diversos sitios de interés para la observación de aves.
Aunque se monitorea a los “alzacuanes”, no solamente se refiere a esta especie, sino a todas las aves rapaces que migran, incluyendo halcones, gavilanes, zopilites, etc.
Fundado en mayo de 2020 en Roatán, Islas de la Bahía, este club cuenta con 15 miembros y se centra en la conservación de las aves locales, especialmente la lora nuca amarilla (Yellow-naped Parrot), en peligro crítico de extinción. También se centra en otras especies tales como el loro caribeño, el tijul pico estriado, el bobo café, la paloma caribeña y el charrán café.
El área de influencia del club incluye Roatán, Utila y Guanaja, así como Cayos Cochinos y el mar abierto. Con al menos 249 especies observadas, este club promueve el aviturismo en la región, y busca concienciar sobre la importancia de las aves en los ecosistemas.
Con sede en Gracias, Lempira, este club se consolidó en 2018 y cuenta con 32 integrantes. Su enfoque incluye la educación, la conservación y el fortalecimiento de la investigación en la región y organiza eventos como censos de colibríes.
La zona de observación abarca el Parque Nacional Montaña de Celaque, el Refugio de Vida Silvestre Montaña de Puca, la Reserva Biológica Opalaca, y la Reserva Biológica Volcán Pacayita. En estas se pueden observar especies como la codorniz pintada, el chipe cachete dorado y el colibrí esmeralda hondureño, entre otras. El club busca involucrar a la comunidad en la conservación de la biodiversidad local.
Fundado en 2014 en la Cuenca del Lago de Yojoa, este club de 12 integrantes se dedica a la conservación y educación ambiental. Su nombre rinde homenaje a la Clorofonia, corona celeste, que habita en montañas altas. También se monitorean especies como el milano caracolero, el águila pescadora, el pichiche común, el quetzal mesoamericano, la urraca verde, el guardabarrancos corona azul, el chipe corona rufa, el alimoche purpura, el milano cabeza gris, el rascón pecho amarillo, el rascón empredado, el manaquino cabeza roja, el buco de collar, la chorcha cola amarilla, el pájaro estaca común, el rey zope, la pava crestada, el gorrióncito crestado y el zorzal negro, entre muchos otros.
El área de influencia incluye el PN Montaña de Santa Bárbara y el Lago de Yojoa, donde se han reavistado más de 500 especies. El club realiza monitoreos en “Hotspots” para generar datos sobre la avifauna y contribuir al aviturismo.
Creado en 2017 en Santa Rosa de Copán, este club cuenta con 30 integrantes y se enfoca en la conservación de la biodiversidad. Su logo está dedicado a la coa cabeza morada, un ave abundante en la región. Pero también se pueden encuentrar aves como el loro frente blanco y la picapiedras aurorita.
El club realiza actividades de observación en Copan y Ocotepeque en áreas de senderos, fincas, haciendas, micro-cuencas y bosques en general. Su objetivo es promover el aviturismo y mejorar la percepción que se tiene sobre las aves en la comunidad, contribuyendo así a la conservación local.
Fundado en 2015 en Marcala, La Paz, este club cuenta con 15 integrantes y se centra en la educación ambiental y la conservación. Su logo rinde homenaje al jilguero cantor, ave típica de la Sierra Lenca.
Las rutas de observación incluyen áreas montañosas y reservas naturales en la zona lenca. El club busca promover el aviturismo sostenible y capacitar a productores sobre prácticas agrícolas que beneficien la biodiversidad.
Club de Observación de Aves Los Zorzales
Se fundó en 2013 en San Pedro Sula; este club cuenta con 25 integrantes y se dedica a la observación de aves y a actividades de investigación y educación ambiental. Su nombre y logo hacen honor al zorzal común (Clay-colored Thrush / Turdus grayi), un ave emblemática de la ciudad.
Las actividades del club se realizan principalmente en el Valle de Sula, donde se han registrado más de 300 especies de aves. Monitorizan diversos sitios de interés como la Laguna de Alvarado y la Reserva Merendón, y zonas del Parque Jeanette Kawas.
El COA Oratrix se fundó en 2018 en la Aldea de Cuyamel, Omoa. Con 10 miembros, el club busca promover una cultura de cuidado hacia las aves, enfocándose en la lora cabeza amarilla (Yellow-headed Parrot / Amazona oratrix), especie en peligro de extinción.
Su área de influencia abarca el municipio de Omoa y Puerto Cortés, en zonas como microcuencas, bosques, ríos, parques y la zona norte del Parque Nacional Cusuco, sitios donde realizan actividades de educación ambiental y ciencia ciudadana. No obstante, se centran sobre todo en el Sistema de Humedales Cuyamel Omoa, donde promueven el aviturismo y la conservación de la biodiversidad.
El COASMO se creó en 2019 por un grupo de ciudadanos en San Marcos de Ocotepeque. Actualmente, cuenta con 12 integrantes y se enfoca en la conservación de ecosistemas y la educación ambiental, destacando la Chorcha cabecinegra ala rayada (Bar-winged Oriole / Icterus maculialatus) en su logo.
Sus actividades de observación se desarrollan en diversas localidades de Ocotepeque como Gualjoco, El Cañón, Tontolo, la Reserva Biológica de Güisayote y la del Volcán Pacayita en Lempira, Cerro Negro y Colopeca; contribuyendo así a la ciencia ciudadana a través de la plataforma e Bird.
Fundado en Marcala, La Paz, este club cuenta con 20 integrantes que se dedican a la conservación, la investigación y la educación ambiental. Su logo hace referencia al ave guardabarrancos de bosque nublado (Blue-throated Motmot / Aspatha gularis).
El área de interés incluye la Reserva El Jilguero, la Laguna de Oxidación, y la Reserva Biológica Guajiquiro, donde se promueven actividades de observación de aves y ciencia ciudadana, apoyando la biodiversidad local.
El COA Siguatepeque se fundó en 2018 con sede en Siguatepeque. Actualmente, cuenta con 10 integrantes y se enfoca en la observación de aves y la educación ambiental. Su ave emblemática es la urraca de capucha azul (Azure-hooded Jay / Cyanolyca cucullata).
Las actividades se realizan en la Reserva Biológica Montecillos, Parque Ecológico Experimental San Juan y en otras áreas cercanas; tienen como objetivo promover la conservación y el aviturismo en la región.
El Club de Observación de Aves Tanunas tiene su sede en Gracias, Lempira, al pie del Parque Nacional Celaque. Este club, compuesto por guías de montaña y entusiastas de las aves, destaca el correcaminos (Lesser Roadrunner / Geococcyx velox) en su nombre.
Se enfocan en la observación de la única ave endémica de Honduras, el Colibrí Esmeralda Hondureño (Amazilia luciae). Realizan actividades en las áreas cercanas al parque y promueven la conservación de la avifauna local.
Con el propósito de dar a conocer las diferentes especies de aves de Honduras, fomenta el aviturismo, la investigación y la protección de estas especies. La ASHO, junto con sus miembros participantes, “los clubes de observación”, se convierten en actores fundamentales y al mismo tiempo en una invitación para todos los amantes de la naturaleza a cuidar y respetar la biodiversidad y los diferentes ecosistemas.